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03 DE DICIEMBRE DEL 2019
Esta es la historia de Blanca, una vietnamita que fue expulsada de su tribu al aceptar a Jesús. Seguir al Maestro le ha costado todo, pero no se arrepiente de nada de lo que ha perdido, porque sabe que ha ganado su alma, y que su fe pronto llevará a su familia a la salvación.
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Blanca* no siempre ha vivido en situaciones precarias. Hasta hace poco, ella residía en una aldea tradicional, con su esposo e hijos, rodeada de bienes y comodidades. Aceptó a Jesús cuando vio lo diferente que eran los cristianos. Que Blanca sea cristiana significaba que, a los ojos de su comunidad, estaba traicionando a su tribu y etnia.
Al adorar al Dios de otra religión, al que nunca adoraron sus antepasados , ella se convertiría en objeto de rechazo. Blanca sabía que su fe significaba que su esposo ya no la creería digna de ser su esposa y la madre de sus hijos, y que, junto a su comunidad, ya no la considerarían parte de los suyos.
“Recuerdo un día. Era temprano y estaba cocinando, de pronto, la gente del pueblo entró y me sacaron de la casa para poder demolerla”, recuerda Blanca. Minutos después, todos los pobladores la tomaron del cabello y unánimes le gritaron: “¡Lárgate de aquí, no te queremos en el pueblo!”.
Poco después, la policía llegó para detener la agresión. La ataron de piernas y la sacaron de su morada violentamente. Después Blanca fue llevada a una comunidad de cristianos, donde vive su hermana que también es cristiana. Blanca aún recuerda ese día cuando fue separada de su tribu y familia, escuchando los gritos de su hija desvanecerse a la distancia. Ella eligió a Jesús, y seguir a Cristo le ha costado todo, pero no se arrepiente de nada.
(*) Nombre modificado por razones de seguridad.
(*) Imagen referencial
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