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02 DE OCTUBRE DEL 2019
Después de una constante lucha contra el cáncer, Thomas Roberts, un exateo, encontró el verdadero camino de salvación al aceptar a Jesús y ser bautizado antes de morir.
Roberts estaba muriendo de cáncer de pulmón, en la cuarta etapa de su enfermedad, solía estar en una silla de ruedas y no podía respirar sin tubos de oxígeno. Thomas Roberts fue ateo la mayor parte de su vida. Sin embargo, el Dios de amor lo encontró y rescató en el momento preciso. Roberts aceptó a Jesús en su corazón y anhelaba ser bautizado en agua. Solo había un obstáculo: parecía imposible sumergirlo en el agua con todos los aparatos que garantizaban su supervivencia.
Roberts, que era paciente de la Unidad de Cuidados Paliativos de la UAB (Universidad de Alabama en Birmingham), tenía solo unos días de vida, y pidió como último deseo ser bautizado en agua, tal como su Señor lo hizo, para resucitar con Él en incorrupción y eternidad. El hospital, al enterarse de su solicitud, accedió a ayudarlo. Mientras el hospital y los pastores entablaban una logística compleja para cumplir con el último deseo de Thomas Roberts, la familia mostró su total apoyo. A pesar de las dificultades, el pastor Corey y el resto del equipo de cuidados paliativos de la UAB, no permitieron que los desafíos de movilidad de Roberts obstaculizaran su último deseo. "Fue un gran esfuerzo para todos, pero lo hicimos”, dijo Corey.
Después de recibir la aprobación del médico y saber que la piscina del Centro de Rehabilitación estaba disponible, el equipo entró en acción. Junto a él estaba su esposa, hijo, dos hermanas, sobrina y sobrino, y su equipo de atención de la UAB. Roberts fue colocado en el agua, donde el pastor y sus médicos lo esperaban. “He servido en el ministerio por más de 20 años, y 7 de ellos en este hospital. Este es el mejor día de mi carrera, pues presencié a un ateo rendirse a Cristo. Thomas nunca pensó que predicaría un sermón en su vida; pero hoy nos predicó con su actuar”, dijo el pastor Corey.
Él falleció seis días después del bautizo, dejando uno de los mejores regalos que pudo haberle dado a su familia: la senda de la Verdad. "Su muerte nos regaló la paz. Su enfermedad lo condujo a la mayor verdad de la vida, encaminándonos a ella”, dijo Brooke Carr, la sobrina de Roberts para The Cristhian Post. “Tengo paz porque sé a dónde va ahora. Su rostro puede reflejar paz. El nació de nuevo", dijo Gina Gibson, la hermana de Roberts.
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